UNIDAD FÍSICA, PSÍQUICA Y SOCIAL DEL SER HUMANO
-Interacción cuerpo, mente, comunicación-
Joaquín Benito Vallejo
La concepción bio-psico-social del ser humano forma parte del pensamiento sistémico: una totalidad organizada por diversas entidades interrelacionadas e interdependientes entre si.
Va en contra del reducionismo, que considera las partes aisladas sin relaciones unas con otras.
Ejemplo de reduccionimos es esto: a menudo nos encontramos con afirmaciones como que cualquier acontecimiento dentro de un ser humano es considerado casi siempre y casi de manera exclusiva, de origen biológico. La homosexualidad, la locura, el carácter, la inteligencia, etc., son ejemplos a su vez de esta errónea aplicación reduccionista.
¿ Por qué casi siempre intentamos encontrar todas las explicaciones de lo que nos pasa o de lo que somos en cuestiones genéticas o físicas?
Consideramos que todo en el ser humano es bio - psico - social, siendo en esas tres claves y en sus interrelaciones donde hay que buscar las respuestas, sin dejar a una parte aislada de las demás, ni priorizarla respecto a las otras.
Las respuestas son complejas e inciertas.
El ser humano es complejo y multidimensional
Tres
aspectos, muy diversos entre sí, a la
vez que nacidos de la misma raíz, definen al ser humano. Uno, material o físico: el cuerpo; otro inmaterial y sin embargo
capaz de construir objetos materiales: el
psiquismo o la mente, cuya cuna se encuentra en el cuerpo y se ubica en el
cerebro, -lo inmaterial se asienta en la materia, no existe el psiquismo sin el
cuerpo-; el tercero, social, cuya
esencia se define en la comunicación entre las personas. Esas tres dimensiones forman una unidad indivisible, si alguna de ellas
faltara no podríamos hablar de ser humano.
En cada uno
de estos campos concretos, sin embargo sumamente ambiguos, indefinidos y
complejos, anidan entrelazadas también, un sinnúmero de parcelas de menor complejidad
en sí mismas. En el terreno físico,
el más visible, podemos discernir un cuerpo con una estructura anatómica y un
conjunto de órganos encargados de llevar a cabo gran diversidad de funciones:
metabólica, endocrina, respiratoria, circulatoria, digestiva, nerviosa,
cerebral. En el ámbito psíquico,
distinguimos la afectividad, el conocimiento, la imaginación, la
representación. Por su parte, el medio
social, caracterizado por las relaciones y la comunicación establecidas
entre las personas, está condicionado a su vez por un marco histórico,
cultural, económico, político, ético, religioso, etc.
Los tres grandes campos con sus
diferenciadas y variadas parcelas se han ido configurando a la vez desde una
semilla única, naciendo unos de otros,
entretejiéndose con los mismos hilos, formando una urdimbre
progresivamente más compleja y diversificada, en la que llega a ser imposible
separar y diferenciar unos aspectos de otros: esto es el ser humano, un ser
complejo, lleno de múltiples dimensiones y matices. Cualquier característica
humana depende de esos tres campos.
La unidad
bio - psico - social está presente desde la primera célula.
Desde el principio de la vida, esos
tres campos -biológico, psíquico y social-
estaban ya esbozados, unidos, sin diferenciarse. El organismo no puede vivir sin el medio ambiente de dónde ha nacido,
del que se alimenta y al que necesita adaptarse para sobrevivir. Tampoco
puede vivir sin sus congéneres. Todo organismo vivo se reproduce y crea
diferentes agrupaciones y formas de vida de las que depende para su propia
subsistencia. Esto configura el germen de lo que más tarde se definirá como
social.
Tanto la adaptación al medio como la
reproducción son posibles porque la materia viva es sensible y plástica, -transformable-, lo que le permite,
por un lado, captar sus propias necesidades y reaccionar ante ellas, a la vez
que sentir diversos estímulos del entorno en el que vive y satisfacer sus
carencias.
Esta capacidad es el rudimento del sistema nervioso, cerebral y
psíquico, posibilitándole, organizarse
en el medio ambiente, transformándose en relación con las exigencias
atmosféricas, físicas, químicas, gravitatorias, etc., de ese entorno
determinado, en busca de una mejor adaptación a él, generando órganos,
aptitudes y comportamientos que tienen la virtud de ser heredados por sus
descendientes. En definitiva, esta capacidad sensorial y adaptativa de la
materia viva y de los organismos determinan su crecimiento, evolución,
complejización y diversificación en tres direcciones fundamentales. Una: la
especialización física; otra, la consecución del psiquismo; otra más: la
organización social, potenciándose todas mutuamente, hasta las cotas humanas
actuales.
El
florecimiento del psiquismo se produce mediante las adquisiciones sensoriales,
motrices, perceptivas y conductuales, que a su vez empujan al crecimiento del
sistema nervioso, -conjunto de receptores y transmisores de las sensaciones
internas y externas-, dando lugar a
la aparición de un centro organizador de todas las informaciones y
comportamientos adquiridos: el cerebro.
La lenta pero progresiva evolución de las especies animales desarrolla
mayor capacidad de actuar sobre el entorno, mayor conocimiento y aprendizaje,
posibilitando la efervescencia del psiquismo: que en el ser humano se
manifiesta como la capacidad de prever y organizar acciones antes de
realizarlas, ser consciente de ellas, y ser consciente de sí mismo.
La
trayectoria social comienza con la reproducción, presente desde la primera
célula. El organismo vivo, autoorganiza
su vida, desarrollando un cierto
conocimiento (Maturana, citado por Capra, 2000) del medio. Desarrolla
mecanismos no solo para vivir, sino para perpetuarse y reproducirse dando a luz
a descendientes que heredan las capacidades adquiridas por sus progenitores,
los cuales, han de organizarse para poder vivir formando diferentes
agrupaciones, bajo un “estilo de vida” y convivencia mutua, en la que irán
desempeñando funciones diversas, haciéndose progresivamente más complejas y
posibilitando nuevas formas de vida. Todas las especies animales forman
“sociedades” en las que las relaciones y comunicaciones entre los individuos
gozan de ciertas características. Cada individuo animal depende a la vez de su
sociedad de congéneres y de las condiciones que esa sociedad configura.
Todos los aspectos se condicionan y
potencian mutuamente.
Unas y otras dimensiones –
biológicas, psíquicas, sociales, ambientales...-, se potencian y condicionan
mutuamente formando una enmarañada red de relaciones dentro de una unidad común. Cada aspecto aislado y cada
función concreta nacen y se organizan en torno a un objetivo común que afecta a
la unidad y a la totalidad: la compleja vida del ser. Cada una de las partes, así como, las
relaciones establecidas entre ellas, lo es en función de la totalidad.
Aisladas, no son nada, pierden las cualidades de que disfrutaban en su tejido
común e incluso, dejan de tener entidad, dejan de vivir. Cada función necesita
de la participación conjunta de las demás funciones para realizar su propia y
específica función. Una única función no tiene sentido en sí misma sino en
cuanto va dirigida a la totalidad que es la vida global y entera de cada ser.
La
sociedad, definida por las normas, costumbres, obligaciones, etc., no puede
existir sin el psiquismo, y éste, sintetizado en la capacidad de pensar,
tampoco puede existir sin el cuerpo físico, formado por múltiples funciones
diversas pero incapaces de llevarse a cabo de forma aislada. La función
digestiva, por ejemplo, no puede desempeñarse sin las funciones circulatoria,
respiratoria, endocrina, metabólica, etc., de igual modo que cada una de estas
funciones necesita el concurso de todas las demás. La función nerviosa y
cerebral forma parte también de ese entramado funcional. Del mismo modo, las
funciones orgánicas no pueden ejercerse sin la participación de las nerviosas y
cerebrales, sin las cuales, tampoco marcharían las funciones mentales ni la
comunicación con los demás.
La
alteración de una de estas funciones fisiológicas no solo modifica el
funcionamiento de las otras, sino que también puede alterar, en alguna medida,
las funciones psíquicas y las sociales. Otro ejemplo: una deficiencia en la
circulación sanguínea cerebral, puede ser causa de entorpecimiento de las
funciones sensoriales y mentales, por lo tanto, provoca también distorsiones en
la comunicación con los demás. De la misma manera, los problemas en las
relaciones con los demás afectan tanto
al dominio psíquico, afectivo y cognitivo, como también al organismo, ya se
manifieste con un dolor de cabeza, de estómago o por una aceleración del ritmo
cardíaco. Similar análisis lo podemos
realizar con cada órgano corporal y de
cada función específica, sea esta del dominio físico, o pertenezca al
psicológico o al social. La importancia y el papel de cada aspecto aislado, se
manifiesta en cuanto ejerce su papel y sus relaciones con los demás. Pertenece
a un sistema de relaciones.
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