TONO
MUSCULAR: ENERGIA VITAL
Joaquín Benito
Vallejo
El
tono constituye la manifestación más importante de la energía vital del
organismo. Determina tanto la fuerza física como el estado de ánimo; la
capacidad de adaptación al medio ambiente así como la transformación personal;
la armonía, la elegancia y la precisión del gesto y del movimiento; el don de
impregnarse de todo aquello que nos roza, de lo que sentimos, de lo que tocamos
u oímos: la empatía. Es como una fuerza magnética por la que atraemos o somos
atraídos. Mediante el tono, nuestro cuerpo goza de plasticidad. Su calidad se
refleja en la actitud personal y en la estructura corporal.
Sostiene
la primera forma de comunicación. La que utiliza la madre con el niño, pero
también la de los enamorados, y aquella otra con la que paliamos el sufrimiento
de los enfermos: la comunicación que se transmite sin palabras. La comunicación
del contacto corporal piel a piel.
Se manifiesta a través del contacto o simplemente por
la actitud, por la expresión, por la gestualidad única sin palabras y sin
contacto.
Aunque pueda parecer una abstracción, el tono se
localiza muy concretamente en los músculos. Describe y registra su grado de
tensión, esa fuerza necesaria para realizar todas las actividades cotidianas.
Nos dice si esa energía es suficiente o no. Si está bloqueada, inhibida o reprimida, si está bien o mal
utilizada, si es o no expresada.
¿Qué
es el tono?
El tono configura la tensión, la energía
o la fuerza que necesita el músculo para realizar sus múltiples funciones
relacionadas en su mayoría con el movimiento. Define tanto la cantidad como la
calidad de esa tensión; cómo varía o se transforma; los modos de acumularse
dentro del organismo; las formas de inhibirse y
también las formas como se
expulsa. Mediante el tono, el músculo adquiere su consistencia, su forma, la
capacidad de alargarse o contraerse, goza de una cierta plasticidad, que le hace moldeable y
transformable.
Podemos
decir, de modo general, que el tono
constituye la energía vital del organismo.
¿Dónde
se localiza?
Como
queda apuntado, se encuentra en los músculos. En aquellos que pertenecen al
sistema voluntario, músculos de fibra estriada que unen y sostienen los huesos
y que podemos movilizar cuando queramos posibilitando los desplazamientos de
las diversas partes del cuerpo o de su conjunto, músculos del tronco, piernas,
brazos, pies, manos y cara que nos permiten realizar una amplia gama de
movimientos y de gestos, posturas, actitudes, expresiones.
Y
también en los músculos de fibra lisa
formados por láminas finas, que recubren y tapizan las cavidades y paredes de los vasos sanguíneos, arterias,
vejiga, uretra, tubo gastrointestinal, útero y demás vísceras que forman el
sistema neurovegetativo o autónomo, los cuales disfrutan de una cierta
independencia en su funcionamiento ya que responden a los mecanismos más
vitales del organismo sobre los que nosotros no disponemos de un control
directo.
¿Para
qué sirve?
Para
llevar a cabo las funciones y procesos vitales que el organismo necesita tanto
a niveles internos referentes a los mecanismos viscerales: la circulación de la
sangre, la respiración, la digestión, etc., así como la actividad
cerebral.
Por
otra parte, desempeña un papel esencial en la formación de las actitudes, la configuración postural y
la realización de los movimientos de las
diferentes partes del cuerpo así como las relaciones y acciones en el espacio
que nos rodea y su regulación temporal y rítmica.
Los
variados matices del tono reflejan la amplia gama de las emociones, determinan
la actitud corporal y la gestualidad propias de cada persona mediante las
cuales se diferencia de los demás y la hacen única; son además la base de
la comunicación con los demás. Proporciona
también la energía necesaria para llevar
a cabo la actividad mental, mantener el estado de alerta, la concentración y la
representación.
Como
vemos, participa en todo tipo de funciones: fisiológicas, viscerales,
cerebrales, emocionales, afectivas, mentales, motoras, expresivas. Por lo tanto,
condiciona su desenvolvimiento, puede activar las funciones, enlentecerlas,
inhibirlas, perturbarlas y regularlas,
pero, a su vez, también se siente influido y modificado por ellas del mismo modo. Es a
la vez receptor y actor, causa y efecto.
¿De
dónde procede sea energía?
La
fuente básica corresponde a la
alimentación y al oxígeno que ingiere el organismo a través de la respiración.
Pero su activación principal procede de impulsos nerviosos intermitentes que llegan a las ramificaciones nerviosas que
pueblan los músculos, procedentes de diversos centros del cerebro y de la
médula espinal. Por el camino nervioso, los impulsos que llegan al músculo y
modifican el tono, pueden proceder además, de cualquier actividad y función de
cualquier otra zona del propio cuerpo o
incluso del ambiente exterior a través de los diferentes sentidos que captan
las informaciones ambientales.
¿Cómo
se relaciona con las demás actividades corporales?
Aunque
existen centros cerebrales reguladores de cada función corporal, lo que
proporciona una cierta independencia a cada sistema, su funcionamiento es sólo relativamente autónomo
ya que se dan a la vez múltiples conexiones y
relaciones cerebrales y sensitivas entre órganos y funciones lo que
posibilita el equilibrio y la unidad funcional de todo el organismo. El
equilibrio de todas las funciones -homeostasis- redunda en el equilibrio
tónico, mientras que el desequilibrio producido por causas diversas, lo altera.
Y viceversa, un tono perturbado
producirá alteraciones en diversas funciones orgánicas o en todas ellas en
mayor o menor medida.
Relaciones
con los procesos fisiológicos internos.
Es
bien sabido y experimentado por todos, que ante un dolor interno, por ejemplo
de estómago, todo el cuerpo se contrae y
se pone tenso. Los procesos fisiológicos están relacionados con la satisfacción
de las necesidades vitales y su funcionamiento, relacionándose con el placer o
displacer que pueden provocar. Las actividades vegetativas, las excitaciones o reacciones glandulares y
viscerales, las contracciones peristálticas de los intestinos, los reflejos, la
función respiratoria, la circulación de la sangre, los procesos digestivos y de
eliminación, etc., pueden producir crispación o alteración del tono muscular
global, que se refleja incluso en la actitud y la gestualidad.
Del
mismo modo, un tono demasiado alto o bajo,
influye también en el funcionamiento de esos órganos: puede bloquear o
agitar la actividad respiratoria,
cardiaca, o alterar un proceso digestivo.
Relaciones con los procesos homeostáticos.
Estos
procesos están ligados directamente con los procesos fisiológicos internos
propios del sistema vegetativo que tienden a mantener el equilibrio entre el
sistema simpático y el parasimpático, desencadenando una serie de reacciones de
alarma cuando la estabilidad del organismo se siente amenazada por causas
internas o externas, viscerales o mentales, corporales o medioambientales,
emocionales, laborales, relacionales, etc., característico de las situaciones
estresantes. Afectan al sistema metabólico, hormonal, endocrino,
cardio-circulatorio, respiratorio, nervioso, y por supuesto, al tono muscular.
Relación
con las emociones
El
tono conforma la masa plástica muscular, donde se gravan y expresan las
emociones. Cada emoción está caracterizada por una graduación y una calidad tónicas determinadas. La amplia y variada gama
de las emociones se corresponde con una gama similar de matices tónicos, de
gestos y actitudes corporales.
A
través del tono todo el cuerpo queda inmerso en la emoción. Todo el cuerpo la
expresa mediante su actitud, su gestualidad, su postura, su movimiento.
La emoción y el estado de ánimo
influyen directamente en el tono, modificándole, y a través de él se refleja en
la actitud, en la postura y en el movimiento. El cuerpo – a través del tono-,
nos dice de modo más o menos sutil, lo que ocurre dentro de él. Si tiene alguna
preocupación, algún interés, o si está apático, sin interés, desganado. El
cuerpo nunca es neutro. Hay que saber leerlo, hay que saber escucharle. La
tristeza, el dolor, la angustia, la desazón, la alegría, el optimismo, la
placidez, la ira, la rabia, la ternura… todas las emociones con su gama de
matices quedan impresas en el cuerpo por esa capacidad tónica. Ya lo dijo H.
Wallon[i][ii] el
tono es el tejido plástico de las emociones.
Cada emoción
está caracterizada por una graduación y una calidad tónicas determinadas. La
amplia y variada gama de las emociones se corresponde con una gama similar de
matices tónicos, de gestos y actitudes corporales.
Por ejemplo, el miedo se caracteriza
por un tono crispado. El cuerpo puede tender a encogerse, acurrucarse,
enmudecer, quedarse estático, paralizado…, o también, lo contrario: huir
despavorido, gritar, erizarse , perturbarse.
El
placer al contrario, se define por un tono tranquilo, relajado, distendido,
abandonado lo que hace que el cuerpo en su conjunto adopte esa actitud.
La
rabia, tono fuerte, crispado, puede mantenerse retenido o explotar golpeando,
gritando, manifestando una gran afectación.
La
tristeza, tono bajo, apesandumbrado, sin fuerzas para sostenerse, con pérdida
de energía vital.
La
alegría, tono fuerte, vitalista, liviano, con ganas de vivir, ilusionado.
Relación
con las experiencias
Como
toda acción, movimiento o gesto, requieren un grado de tensión determinadas,
las experiencias –que no son más que acciones vividas en relación con el
entorno o con uno mismo- van progresivamente modulando, afinando, matizando y
diversificando el tono. En cada experiencia el tono adopta el cariz de ella.
Depende de cómo sean las experiencias vividas, así se irá conformando el tono.
Si son variadas y ricas, el tono será rico y matizado. Si por el contrario, son
escasas o uniformes, el tono tendrá poca modulación.
También
influyen en el tono las características ambientales como el ruido, la
temperatura, las aglomeraciones, la prisa, etc. Unos actúan como excitantes,
otros como relajantes.
Relaciones
con las personas
En
general todas las experiencias provocan unas emociones determinadas, están
dentro de un marco ambiental, y se viven en relación con otras personas. Cada
uno de estos aspectos por separado, ejerce su
propia influencia, más al fundirse todos, crean un clima. La mayor
influencia la marcan, sin embargo, las
demás personas, las más allegadas, aquellas que viven y se relacionan más con
nosotros, porque participamos de vivencias comunes, de sensaciones y emociones
que nos unen. El tono define las
emociones y éstas establecen la ligazón
y la comunicación con los demás. Nuestro tono se siente influido, en
gran manera, por el tono de las demás personas,
que a su vez, es la expresión de su forma de ser, de encarar la
realidad, de adaptarse a ella, de
responder a los acontecimientos. Las experiencias más fuertes, las que
dejan una mayor huella, las que más conforman el tono porque es cuando éste aún
está sin definir, son las vivencias de la infancia, siendo la madre, o quién desempeña su papel en esa
primera etapa de la vida, la que más influencia tiene en la configuración del
tono del niño.
Características
del buen tono
El buen tono, el tono
óptimo, debe registrar todos los matices y calidades. Debe ser variado para
poder adaptarse a todas las situaciones y acciones. Debe tener el grado justo
de tensión, aquel que se necesita para cada actividad y movimiento. No tener el
grado justo de tensión que necesita cada gesto, movimiento o acción, tenerlo
más bajo o más alto, dificulta la realización. El grado justo de tensión
proporciona la finura o la delicadeza, pero también la fuerza. Propicia por un
lado, la atención y la concentración, y por otro, la precisión, la continuidad,
la coordinación, la secuencialidad, las calidades de la acción relacionadas con
la duración, el mantenimiento, la temporalidad y el ritmo. En definitiva, el equilibrio, la armonía y la
economía del movimiento.
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