EL TEMPO –PULSO VITAL DEL MOVIMIENTO.-
Fragmento del libro EXPRESIÓN CORPORAL - ARTE
DEL MOVIMIENTO
Las bases prácticas del lenguaje expresivo
Mercedes Ridocci
Ed. Biblioteca Nueva / Manuales Universidad. Madrid 2009 España
Las bases prácticas del lenguaje expresivo
Mercedes Ridocci
Ed. Biblioteca Nueva / Manuales Universidad. Madrid 2009 España
Edgar
Willens, nos dice en su libro EL RITMO MUSICAL[1]:
Cuando nosotros hablamos de tempo, no pensamos en general, en el que marca el
metrónomo, tempo mecánico, sino en “el metrónomo interior”, más viviente. Este depende
del estado de ánimo que regula y domina la continuidad del devenir musical.
La
definición de Tempo se refiere a la rapidez o lentitud con la que se desarrolla
una secuencia rítmica o de movimiento. Sin embargo, su vivencia y la carga
emocional que el tempo conlleva no se encuentra en la velocidad, sino en el
ánimo que le suscita al intérprete. La transmisión emocional que conlleva
siempre dependerá de la vida interior del que lo ejecuta.
Podemos
por ejemplo, escuchar una pieza musical con un tempo perfectamente
estructurado, o ver a un bailarín ejecutar sus movimientos manteniendo
adecuadamente el tempo, y sin embargo no nos “toca el alma” ¿qué es lo que
pasa?
Ocurre que no han conectado con la pulsación
emocional que el tempo encierra en sí mismo. Se han limitado a ejecutar su
pieza como si fueran el metrónomo, se han limitado a medir.
El
metrónomo es una máquina, el ser humano no. El metrónomo mide, por el contrario
el tempo vivido, vibra, emociona, “toca el alma”, conecta con la emoción
subterránea que esconde la mera matemática, responde a la subjetividad del
ejecutante, sea este actor, bailarín, escritor, etc.
No
podemos hablar del tempo sin hacer referencia al silencio.
Si
en el lenguaje musical, los silencios son los tiempos en el que cesa el sonido,
los silencios en el movimiento son los tiempos de parada que manifiestan una
actitud determinada.
Al
igual que en el discurso hablado el silencio corresponde a una coma, a un punto
y coma, a un punto; sin los cuales no tendría sentido el mensaje, lo mismo le
ocurriría al movimiento si careciera de silencios. Es en el silencio cuando se
remarca y proyecta la actitud, cuando resuena el eco del movimiento, donde se
refleja el tiempo del que venimos y al que nos dirigimos, donde se escucha y se
recibe a los demás.
Tempo
y silencio
Los
alumnos comienzan a caminar por la sala en cualquier dirección. Se les pide que
encuentren la continuidad en los pasos, creando de esta forma unidades de
movimiento en el ligado de uno a otro.
Seguidamente
se les propone que el tempo sea más bien lento. Cada uno de ellos irá
encontrando el suyo propio, pues éste es subjetivo, podríamos decir que hay
tantos tempos como personalidades.
Les diremos que se observen unos a
otros hasta encontrar un tempo común, lo que exigirá a cada uno de los alumnos
ralentizar o acelerar el propio.
El
tempo común es el punto de encuentro del grupo, lo que genera en sí mismo un
ánimo compartido.
El
profesor comienza a marcar en el pandero unidades sonoras con el tempo que el
grupo ha ido encontrando. Una vez afianzado, les dirá que cada cuatro unidades
sonoras introducirá dos de silencio. Así pues, darán cuatro pasos y
manifestaran a través de un sonido vocal determinado los dos tiempos de
silencio, de tal modo que “el silencio corporal” siga sonando al unísono en el
grupo.
De
este modo se irán desarrollando diferentes números de unidades de sonido y
silencio. A medida que avanzamos en el ejercicio y el tempo se interioriza, las
unidades de silencios ya no sonarán vocalmente, sino que la inmovilidad y el
silencio se darán de manera absoluta.
El
desplazamiento cesa pero el tempo no, el aliento que lo sostiene resuena en el
silencio.
Las
sensaciones producidas por la interiorización del tempo irán provocando tanto
en los desplazamientos como en los silencios, actitudes corporales que reflejan
el sentir.
Es
en este momento cuando el profesor cesa de marcarles el tempo siendo ellos mismos quienes lo sostengan a
través de sus largos o cortos silencios seguidos de largos o cortos desplazamientos,
irradiando los sentimientos que subyacen en el tempo creado y vivenciado por la
experiencia grupal.
Se
buscará el encuentro tanto en los silencios como en los desplazamientos. Por
ejemplo, alguien que se desplaza se detiene ante otro que se encuentra en
silencio, lo que suscitará una respuesta gestual que dependerá de la actitud
que contiene el silencio del otro; quizá salgan juntos de su silencio
desplazándose uno al lado del otro o cada uno tome una dirección diferente;
quizá uno se vaya y otro continúe sumido en su silencio; quizá
aparezca un tercero que pasa desplazándose y se lleva consigo al que se ha
quedado en silencio; quizá todos coincidan en un silencio común; quizá solo se
desplacen dos; quizá...
Las
situaciones que se pueden dar son múltiples e inimaginables. Las imágenes, las
sensaciones o los sentimientos a los que induce el tempo con el que están
trabajando, con sus silencios y desplazamientos dará lugar a la creación de un
clima común en el grupo.
Debemos
tener en cuenta, que en principio la vivencia, las imágenes que provoca el
movimiento con un determinado tempo no son para todos las mismas, pues esta
depende del sentimiento e imaginario personal. Por esto, en un trabajo grupal y
o dual, donde se pretende llegar a un clima común, es de gran importancia la
escucha mutua, el dejarse
impresionar por la manifestación del otro, el dar de uno, el recibir del otro.
Sólo así es como el grupo podrá ir creando una comunicación real en el
desarrollo del trabajo.
Este
primer contacto con el tempo se realizará igualmente con un tempo rápido,
vivenciando las diferentes connotaciones emocionales que cada tempo suscita
tanto en el individuo como en el grupo.
Algunos
comentarios de las alumnas sobre las significaciones que, adquirió el trabajo
sobre el tempo y el silencio.
Ingrid- El
tempo lento m.
e potenciaba la escucha,
cobraba mayor densidad y presencia y todo tenía mayor dimensión. Los silencios
potenciaban aún más ese estado.
En el tempo rápido, la serenidad y frescor del tempo lento se
convertía en nerviosismo, calor, ligereza, menos control y en las pausas más
tensión.
Podemos entender entonces el silencio como parte del
movimiento representando esa inmovilidad, expresiva.
Ofrece la posibilidad de que el tempo y
el ritmo existan.
Carola- El silencio permite la expresión de la honda palpitación del espíritu. Posee un
significado poético, hondo, arcano. Permite vernos y sentirnos a nosotros
mismos, ver y sentir a los otros y así poder llegar a una común-unión, a un
tempo y un latido común.
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